" Hace cuatro
años, por circunstancias muy casuales, que no vienen al caso, comencé a
trabajar en un equipo de cuidados paliativos domiciliarios. Siempre he sido una
enfermera motivada y con inquietudes pero, la verdad es que por esa época,
después de casi 30 años trabajando, me
sentía un poco como una autónoma, controlaba casi automáticamente el trabajo,
modestia aparte, y eso hacía que careciera de estímulos que me aportaran el
entusiasmo que yo creía necesario en mi profesión.
Entonces me ofrecieron la
oportunidad de sustituir unos meses a la enfermera del equipo de paliativos
domiciliarios, (dicho sea de paso yo ya tenía
inquietudes en este sentido, no en vano había hecho el Máster en Paliativos ),
por supuesto no lo pensé ni un minuto y a partir de esa decisión noté un cambio
en mi que se tradujo en volver a estudiar , leer todo lo que caía en mis manos
con relación al tema….. en fin tenía otra vez el estímulo que necesitaba para
recuperar la motivación de cuando empezaba mi carrera.
Por entonces, hace cuatro años como digo,
Luis Eduardo Aute publicó un trabajo ( El niño que miraba el mar) del que
formaba parte un tema ( Señales de vida ), que desde que lo oí por primera vez,
me recordó la sensación que tuve al comenzar a tener contacto con mis
pacientes, ellos que estaban acabando sus vidas me daban a mí una motivación
extra para seguir la mía con más ilusión y ganas de devolverles un poco de esas
señales de vida, de forma cualitativa que no cuantitativa, por desgracia,
volvía a sentirme útil a la vez que estaba contenta, y os puedo asegurar que mi
estado de ánimo trascendía, no solo era una sensación subjetiva, la gente de mi
alrededor lo notaba, no podían entender que estando en contacto con tanto
sufrimiento y muerte pudiera sentirme a la vez tan viva, profesionalmente
hablando, volvía a sentir “SEÑALES DE
VIDA”, mi trabajo ya no era monótono, solo con ver las miradas de mis pacientes
sentía que lo que hacía merecía la pena .
Se me ocurrió escribir mi experiencia en este
blog porque, cada día veo compañer@s que están desmotivados, no se sienten valorados,
no tenemos estímulos, todos sufrimos los tan traídos y llevados recortes pero
quiero animaros a tod@s a que no perdáis la ilusión porque en nuestro trabajo
siempre hay alguien que nos valora y nos lo agradece con una mirada, una
sonrisa… eso, os puedo asegurar es el mayor de los reconocimientos que nadie
puede tener.